viernes, 17 de enero de 2014

Prólogo a los actos futuros

Me siento frente al ordenador con ganas de escribir todo aquello que tengo en mente. De fondo oigo un instrumento de cuatro cuerdas tocado por alguien a quien quiero mucho. Toca la melodía de la película El Último Mohicano. No lo hace nada mal, pero ella dice que aún tiene que mejorar. En la televisión dicen que la inyección letal se ha acabado en un determinado estado de los Unidos de América pero no añaden que podría haberse acabado antes.
Y entonces me doy cuenta de que no sé cómo empezar esta entrada.

El título lo tengo claro.
Es un prólogo a lo que voy a hacer.
He decidido personalizar más mi blog, subir a él relatos ineditos y, en definitiva, usarlo como un cuaderno en blanco para escribir todas aquellas obras que tal vez no acabe nunca o que no llegue a publicar.

¿Qué fue lo que pretendí en un principio? ¿Dar lecciones de cómo llegar a un publicar un libro? Ojalá nadie llegue a pensar eso, pero lo cierto es que quería narrar mis aventuras y desventuras como escritor novel en el camino hacia la edición. ¿Y qué ha ocurrido?

Que todo se puede resumir en unos cuantos pasos: escribir mucho, mandar propuestas a editoriales y agencias literarias, participar en concursos, ganar alguno, perder muchos, etc.

¿Y después?
Hace tiempo que no subo ninguna entrada porque, ¿qué más podría contar?
De modo que solo queda la re-invención, la renovación creativa.

Y así llegamos a este punto, a la entrada en la que explico por qué voy a colgar relatos y comienzos de obras en lugar de pasar directamente a ello, y es porque soy muy tiquismiqui y me gusta que quede todo bien claro.

Pero si bien hace un rato no sabía cómo comenzar esta entrada, ahora tampoco sé bien cómo acabarla...

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