Es miércoles 21 de agosto y el verano casi se ha acabado ya. En un mes o menos vuelven los libros y los estudios, se acaban las vacaciones y comienza el auténtico año, no ese que la gente celebra el 1 de enero. No, el año de verdad comienza en septiembre.
Bueno el caso es que ese día nace un nuevo periódico, NHU Lavapiés, un medio de información gratuito destinado al madrileño barrio de Lavapiés, y yo, humilde colaborador del mismo ya he finalizado mi primer artículo de corte histórico.
Como comienzo lógico, antes de ponerme a hablar del origen de los nombres de las calles o de los sucesos que acontecieron en esta o esa plaza, me ha parecido bien hablar del mismo origen del barrio (algo confuso, ya que lo que tradicionalmente se cree no está tan aferrado a la verdad como debería).
Aquí os dejo mi artículo para que lo leáis al completo. Espero que os guste.
<<Dejando atrás la Plaza de Tirso de Molina
desciendo la empinada calle de Mesón de Paredes rumbo a la plaza que da nombre
a todo el barrio, asombrado por el intercambio de lugares del mundo que nuestro
hogar recibe. Veo los bazares chinos, los restaurantes de comida indostaní y
las tiendas de productos árabes, entremezclándose con perfecta armonía, como
notas musicales de una partitura sublime.
No hace falta viajar a Nueva York para
vivir una experiencia multicultural.
Lavapiés es singular de muchas maneras. El
barrio castizo de Madrid se ha reconvertido así mismo en un lugar fascinante,
que atrae a personas de todos los sitios, desde extranjeros recién llegados al
país hasta artistas de la música y el
cine.
Un lugar así merece un periódico y hasta
una sección que repase su historia.
Así
que humildemente voy a aceptar dicho cometido. Sed todos bienvenidos a recorrer
el pasado, la memoria, de Lavapiés.
¿Cómo empezó todo?
La vox
populi nos dice que fue la judería del Madrid medieval, que en el
emplazamiento de la Iglesia de San Lorenzo se levantaba la sinagoga a la que
los descendientes de Abrahán acudían a través de la calle de la Fe (que según
algunos autores se llamó Calle de la Judería hasta 1493) y que en Salitre había
un cementerio hebreo (lo cual es cierto). Añaden que los fervorosos nombres
religiosos de algunas calles (Ave María, Jesús y María, La Fe) se deben a un
intento de la monarquía católica de Isabel y Fernando por cristianizar las
tierras habitadas por los “infieles” a los que acabarían expulsando de sus
dominios en el año 1492.
Y cuando el río suena es porque agua debe
llevar. Pero, ¿cuánto de cierto hay en
esas afirmaciones?
Para empezar debemos decir que la judería
original se situaba entre lo que hoy es el Palacio de Oriente y la Plaza Mayor,
como muestran numerosos documentos que han perdurado de los siglos XI y XII.
Sin embargo, en 1391, la población judía de toda España sufrió un ataque por
parte de los cristianos lo que provocó una gran migración hebrea, como el Éxodo
bíblico. Madrid no fue la excepción y sus judíos madrileños abandonaron sus
hogares para dispersarse por toda la ciudad. Más aún, en 1480 los Reyes
Católicos promulgaron un edicto en el que se obligaba a las personas de sangre
hebrea a habitar determinadas calles elegidas para ellos.
Hay quien piensa que es en este momento en
que el pueblo judío llega hasta Lavapiés, que por aquel entonces no era más que
un arrabal, un barrio extramuros, fuera de la ciudad. De ser esto cierto poco
tiempo les duró a los pobres sus nuevos hogares, ya que solo 12 años después
sus católicas majestades, Isabel y Fernando, ordenarían la expulsión de sus
reinos todos aquellos que no se
convirtiesen a la fe cristiana.
¿Cuál es la verdad? ¿Llegó Lavapiés a ser
alguna vez judería de Madrid? ¿O es solo un comienzo poético para un lugar que
inspira a soñar con fabulosas historias?
Soñar, queridos amigos, es gratis. Que cada
cual decida qué comienzo quiere darle a su barrio.>>
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